La parafernalia del hombre-pez es simple pero indispensable: primero se alarga la longitud de los pies hasta que solo sea posible caminar hacia atrás, pues, como todo el mundo sabe, al mar solo se llega volviendo. A continuación, y antes de dar ese paso en falso que nos abra la hendidura del océano, hay que blindarse con el vidrio templado de un ojo sin párpado de modo que los propios no resulten arrasados. Finalmente, abandonar todo sentido del ridículo y sellar la boca hasta convertirla en ombligo por el que aprender de nuevo a respirar. Solo así disfrazado conseguirás que los peces te reconozcan como el inofensivo impostor en que te has convertido.
12 comentarios:
Sólo los niños tienen la capacidad de alongarse al origen, ir y volver como si nada. Seamos, pues peces, simios o polvo de estrellas.
¡Qué lujo visitarte!
Me pregunto si allí abajo se vivirá mejor, en realidad la metamorfosis que propones no me parece tan complicada y visto como anda el panorama aquí en la superficie…
Excelente ejercicio de foto-imaginación.
Un abrazo
Volvamos al mar entonces...
ese procesado es muy apropiado, le da un aire antiguo, de película de terror de los años cincuenta...
Es genial!!!, da hasta un poco de grima ese parecido al tentáculo!!!
Happy tuesday
Jajaja! Sí, impostor, es el adjetivo más acertado...
Para la vuelta al origen necesitamos la metamorfosis.
¿No nacimos de los peces?
Divertido ejercicio carnavalesco con un texto digno de Cortázar.
genial
tudo
una vez mas
abrazo
Buena captura, Xuan...pero me da a mí en la nariz que se trata de un 'calamar', míralo.
Qué buena transformación, y además en la época de las incertidumbres no nos queda más que reinventarnos de otra manera.
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