domingo, 27 de marzo de 2011

Contemplativa combinatoria



Múltiples combinaciones se sucedieron antes de ésta. También hubo otras después. Aunque aquí solo aparecen tres perros, eran bastantes más y por momentos parecían multiplicarse, o dividirse, no sabría decirlo con exactitud. Carreras, saltos, intercambio de posiciones…hasta que de pronto se detenían y se quedaban mirándome con una expresión que tanto podría ser de invitación como de temor ante la figura de un tipo parado delante del portón sin un propósito claro. A su vez cada uno de ellos era también el producto de una combinatoria ancestral. Viéndolos imaginé al bueno de Mendel agitando los guisantes dentro de su mano, soplando en su interior y lanzándolos sobre la tierra con los ojos cerrados. Una apuesta ciega. ¿El premio? La posibilidad de seguir jugando. Mendel recogiendo uno a uno los guisantes y volviéndolos a lanzar. A menudo me descubro apretando el obturador con el mismo espíritu tragaperras. La fotografía como una ludopatía leve. Tal vez no del todo inocua.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Salto comprimido



En vano rastreo algún signo que delate no la intención sino el momento: un temblor de piel, la leve dilatación de una pupila, alguna turbulencia en el aire al comprimirse…Una cicatriz en el labio superior, cientos de trazos lívidos, señales de otros tantos arañazos, viajan de mis manos hasta el cuelo y los tobillos son otro campo propicio a sus incursiones. De nada me sirvieron las artes marciales, el zen y una enciclopedia del gato por fascículos. Él sigue siendo el más rápido a ambos lados del pasillo. Como el ojo no puede anticiparlo he aprendido a medir la distancia que garantice al menos la necesaria milésima a mis párpados. Pero él crece fuerte y ágil. Noto que cada día le cuesta más no hacerme daño.

lunes, 21 de marzo de 2011

El café de las doce



Esta es una de esas fotos que vienen solas a la cámara. No tiene una lectura clara ni una historia detrás. Es solo un momento fijado en la pared de un mediodía de enero, con el sol recortando los objetos y los gestos por la línea de puntos.  

jueves, 17 de marzo de 2011

Pasobrecebra



Pasó, como siempre, el verano,
pesó unos quilos de menos,
pisó de nuevo la calle,
posó sin saberlo,
y sin pensarlo puso
asfalto de por medio.

lunes, 14 de marzo de 2011

Mar en llamas



            Ha de ser algo más que el puro goce estético lo que impulsa a alguien a pararse frente al mar, a parapetarse y tomar un artefacto entre las manos para detener el impulso de las olas. Ha de ser algo más que la necesidad de hacer lo que otros hicieron antes, algo más que la ilusión de que otro, de que nadie, lo hará después. No puede ser solo el eco de unas palabras leídas, el romántico prestigio del “mar incendiado”.
            Del mismo modo habrá, aquí o al otro lado del mundo, quien se pregunte qué impulsa al mar a no quedarse en la orilla, a remontar los parapetos, a tomar el fuego en sus manos, a separar en antes y después. Y no querrá conformarse con la primera respuesta.
            Tal vez aquella silueta, que podría ser la de cualquiera, no busca al detenerse la armonía, sino sorprender la falla, el accidente que rompe la pauta de las olas. Si lo logra se irá satisfecho, no aguardará el tiempo suficiente para comprobar que un accidente es solo el pico de otra onda cuya longitud compite con la de nuestras esperanzas.

jueves, 10 de marzo de 2011

Fútbol-playa

Playa de Xagó - Asturias

El fútbol-playa, en su versión no oficial, se juega en un espacio de dimensiones cambiantes sometido a la arbitrariedad sin tregua de olas y mareas, donde el estado del terreno muda de seco a húmedo, de blando a duro, en virtud de la trayectoria impredecible de una esfera que más que rodar brinca sobre la superficie angulosa de la arena, o si el balón es hinchable, vuela a tenor de los caprichos de la brisa en busca de los improvisados límites, toallas, verticales zapatillas, de una portería tan despareja y virtual que no alcanza del todo a definirse como meta, de modo que el único punto de referencia, descontado el compás del propio corazón, son los pies y las piernas del rival. Si este juego sin reglas es posible se debe a que en él no hay ni puede haber vencedores ni vencidos. Pero un juego de esta índole ya no puede ni debe considerarse propiamente un juego, sino tal vez una modalidad del arte, en su versión no oficial, o incluso del amor, si apuramos el concepto.

lunes, 7 de marzo de 2011

Hombre-pez



La parafernalia del hombre-pez es simple pero indispensable: primero se alarga la longitud de los pies hasta que solo sea posible caminar hacia atrás, pues, como todo el mundo sabe, al mar solo se llega volviendo. A continuación, y antes de dar ese paso en falso que nos abra la hendidura del océano, hay que blindarse con el vidrio templado de un ojo sin párpado de modo que los propios no resulten arrasados. Finalmente, abandonar todo sentido del ridículo y sellar la boca hasta convertirla en ombligo por el que aprender de nuevo a respirar. Solo así disfrazado conseguirás que los peces te reconozcan como el inofensivo impostor en que te has convertido.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Memoria del mar



Es fácil desprenderse de la arena, basta no preocuparse de ella y seguir andando. Pero de la mar no es tan fácil olvidarse, se prende en las formas, en los gestos, se aprende como la tabla de multiplicar, cantándola y no contándola, y cuando menos se la espera, vuelve la mar y toca remar de nuevo.